Aunque su consumo ha descendido en los últimos años, el gofio canario siempre ha sido un elemento esencial en la dieta tradicional de nuestras islas. Esta popular harina, elaborada a partir de cereales tostados, es una de las grandes herencias del pueblo guanche, que la usaba como base de la que surgía toda la gastronomía de la época.
Ellos elaboraban la mezcla con algunos de los cereales que se cultivaban entonces en Canarias, como la cebada o el millo. Los tostaban con recipientes de cerámica y luego los molían a mano con los conocidos molinos de piedra. Estos evolucionaron a los de viento y de agua, que a su vez dieron paso a los eléctricos, los que se usan actualmente. La mayoría de los molinos tradicionales ya no se utilizan, pero aún se pueden ver algunos, como el de agua que se conserva en la Casa Lercaro.
El gofio tradicional está hecho con millo, cebada o trigo, pero el paso de tiempo ha traído nuevas y diversas variantes a la receta y sus ingredientes. Por ejemplo, se ha añadido la posibilidad de usar avena, centeno o garbanzo, entre otros, como elementos de la elaboración, o de utilizar varios ingredientes en un mismo proceso para hacer la variante conocida como gofio de mezcla.
Que el gofio sea tan importante para nuestra cultura no es casualidad, ya que sus valores nutricionales son muy positivos. Es una harina 100% natural con menos calorías que la harina blanca estándar. Tiene un alto contenido en minerales, como el hierro o el fósforo, así como de vitaminas A, B, C y D. Además, el Hospital Universitario de Canarias ya ha confirmado que aumenta las capacidades físicas y reduce el riesgo de contraer enfermedades arteriales.
Su éxito también se debe a la gran variedad de posibilidades que ofrece. Lo más típico es usarlo en polvo en el desayuno para diluirlo en la leche, o para mezclarlo en el potaje. También se suele ver amasado con agua para acompañar unas buenas papas arrugadas o pescado guisado. Otra forma muy popular de consumirlo es escaldado, es decir, mezclado con el caldo sobrante del potaje o el puchero, o con plátano aplastado.
Puede que no sea uno de los productos más conocidos en los países extranjeros, pero los canarios no podemos evitar enorgullecernos de tener un alimento tan particular y beneficioso en nuestra cultura. Además, ¿qué sería de las romerías sin nuestro querido gofio?
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Fuentes:
- Alimente
- Gobierno de Canarias
- “El gofio canario”, de Ruth de Saja Alonso