Historia del cuadro
El Cuadro de Santa Ana amamantando a la virgen niña está envuelto en una curiosa historia. Los datos biográficos acerca de estos dos personajes nos vienen dados, principalmente, en el Protoevangelio de Santiago, en él se cuenta que la pareja no conseguía tener descendencia, y oraban fervientemente para conseguir el favor de Dios. Finalmente las súplicas obtuvieron respuesta.
Tras descubrir Ana que está embarazada, ambos se encuentran y se abrazan ante la Puerta Dorada de Jerusalén. Es en este momento en el que se produce la concepción de la Virgen, de ahí la frase “sin pecado concebida”.
Ambos son venerados conjuntamente, si bien es cierto que la devoción a San Joaquín es posterior a la de su esposa, la cual era reconocida desde el siglo VI. Conjuntamente son patrones de los abuelos. De manera individual podemos destacar el patronazgo de San Joaquín: de los mineros, en analogía a Cristo como oro y María como plata. Santa Ana, por su parte es patrona de Bretaña, también de los mineros y suele recurrirse a su intercesión en el momento del alumbramiento.

amamantando a la
virgen niña
En este lienzo se muestra a Santa Ana amamantando a la Virgen Niña mientras San Joaquín observa la escena. Podríamos encuadrar dicho lienzo en el siglo XVII, perteneciendo a una de las obras del orotavense Cristóbal Hernández de Quintana. Se puede apreciar en el lienzo uno de los elementos comúnmente reflejados en los cuadros del autor: Una cesta de labor.
De Quintana se considera un gran exponente de Canarias del Barroco, cuyas obras se caracterizan por tener una influencia de la pintura sevillana. Este cuadro pertenecía a los antepasados del actual dueño de la casa. Lo encontró en el año 50, en la bodega de esta casa. En el momento de su descubrimiento, el cuadro de Santa Ana amamantando a la virgen niña se apreciaba bastante deteriorado, por lo que se mandó a restaurar, para que finalmente se pudiera mostrar a nuestros preciados visitantes.
Cristóbal Hernández de quintana
El orotavense Cristóbal Hernández Quintana (1651-1725) es el mayor representante de la pintura barroca en las islas Canarias. Desarrolló su labor pictórica en La Laguna, con la salvedad de su estadía de varios años en Las Palmas de Gran Canaria. El estilo del conjunto de su obra lo adscribe dentro del Barroco, tanto por la cronología como por el contraste tenebrista característico de este movimiento artístico. Pinta al óleo sobre tela, pero en ocasiones lo hace sobre tabla. Su paleta muestra colores puros como el rojo o el verde, diferenciando a hombres y mujeres por el tono de la piel. La temática de sus pinturas es principalmente religiosa, entre las que destaca San Pío V rezando por el triunfo de Lepanto, ubicado en la iglesia de Santo Domingo de Guzmán de La Laguna junto a un San Pedro también de su autoría.
Fue en la ciudad de San Cristóbal de La Laguna en la que residió durante gran parte de su vida, y actualmente se encuentran algunas de sus obras en diferentes templos católicos de la ciudad, como los cuadros de Ánimas que se encuentran en la iglesia de la Concepción y en la Catedral. La persistente religiosidad contrarreformista fue determinante en la demanda de obras de arte destinadas tanto a recintos sacros como a la piedad doméstica. La clientela de las Islas, acostumbrada desde la conquista a realizar sus encargos al exterior, encontró en Hernández de Quintana a un artista diestro capaz de satisfacer en parte sus expectativas. Identificado plenamente con los temas que pintaba, Quintana captó y supo transmitir una sensibilidad acomodada al carácter insular, que en este campo se distinguía en el gusto por la mesura, el influjo de los modelos flamencos y andaluces y la querencia americana.
Bibliografía
- González, J. J. M. (1958). El pintor canario Cristóbal Hernández de Quintana. Universidad de La Laguna.
- Morales, C. R. (2008). Algo más sobre Cristóbal Hernández de Quintana, pintor y dorador.
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